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martes, 22 de octubre de 2013

CHUBUT: CONFLICTO DOCENTE, CARTA ABIERTA AL MINISTRO ZAFFARONI

(Puerta E).-
Por Mirta Landeira *
Sr Ministro:
No sé si Ud. va a leer esta carta, pero eso no impide mi necesidad de manifestarme. Lo hago  desde el lugar que configuran mis 34 años de docencia, tiempo en que el que  tuve la oportunidad de desempeñar diversos roles: preceptora, directora, supervisora. Pero sobre todo, y esto es lo que más enaltezco, profesora de miles (sí, digo bien, miles) de adolescentes y jóvenes futuros docentes.  Aclaro que no pretendo con estas menciones construir un relato de pasado heroico, sino simplemente definir un status: soy nada más (y nada menos) que una trabajadora de la educación, aun en mi calidad de jubilada. A todos los roles mencionados accedí sin ninguna connivencia ni arreglo con el poder de turno: es lo que hace también la inmensa mayoría de compañeros que, desde el pie, eligen transitar el camino de la docencia honesta y dignamente, en el entendimiento de que estos valores no sólo se predican de manera discursiva,  sino que, sobre todo, deben sostenerse y ejemplificarse en el hacer diario. Estas actitudes son las que nos permiten mirar a los ojos a nuestros alumnos, tendiendo puentes que nos posibilitan  encontrarnos no sólo en las coincidencias sino también, y principalmente, en las diferencias. Con esto quiero ahorrarle el trabajo, si se lo quisiera dar, de rotularme con algún “ismo”, de esos que a veces dicen poco pero resultan cómodos justificativos a la hora de evitar el esfuerzo que podría suponer entablar un diálogo productivo con los otros. Creo aclarado entonces desde qué lugar escribo esta carta.
Me motivó escribir la presente su actitud del jueves pasado en Comodoro Rivadavia. Sí, esa de salir por los techos de una escuela. Podríamos hacer diversas interpretaciones: caracterizarla con variados adjetivos, desde surrealista y grotesca hasta patética (con pérdida de zapato incluida, lo que le otorga visos de comedia barata), o decir que fue la única respuesta posible ante un acto de fuerte presión, si nos paramos en la vereda de ciertos medios de comunicación (que simplifican la realidad en dramatizaciones maniqueas,  oponiendo esquemáticamente buenos-malos), o desde la óptica de algún funcionario trasnochado intentando reescribir una historia a medida.  También podríamos ver en esa huida la forma en que Ud. encarnó, como en una burda metáfora explícita, la manera de ¿gestionar? del gobierno provincial. Pero, en fin, deseo trascender estas interpretaciones, sin descontar que tengo mi opinión formada al respecto, parair, ahora sí, al objetivo de esta carta.
El propósito que me mueve, sr. Ministro, es manifestarle, humildemente, que con una frecuencia poco deseable los docentes también enfrentamos en nuestro trabajo situaciones de extrema tensión provocadas por decisiones erráticas - cuando no rayanas en la ilegalidad -provenientes de los más altos niveles de la conducción educativa provincial,y que con preocupante ligereza muchas veces se disfrazan o se justifican con el ampuloso mote de políticas educativas (las que, de existir, sería deseable que en alguna ocasión se pusieran a consideración de la sociedad). Ante tales situaciones de conflicto, donde nos vemos comprometidos y hasta enfrentados con los alumnos o los padres o a veces los propios colegas, nuestra reacción no es escapar ni encerrarnos ni desaparecer; mucho menos hacer gestos de dudoso gusto con los dedos. Por el contrario: aunque en algunas ocasiones desorientados, en otras disgustados y en muchas desilusionados y heridos, seguimos dando la cara y poniendo cuerpo y alma en el aula y en la escuela porque entendemos estos ámbitos como los verdaderos territorios donde se gestan y se producen las legítimas transformaciones, esas que no se obtienen desde un burocrático escritorio ubicado en una alejada oficina. Y fíjese Ud, señor Ministro,  quésignificativo: ante cada uno de estos conflictos provocados, insisto, por decisiones tomadas por más o menos ignotos funcionarios pero de las que tenemos que hacernos cargo, afortunadamente en las instituciones educativas sólo apelamos a una herramienta tan simple como escasa en ciertos niveles: el diálogo. Pero un diálogo de verdad, franco, en el que se respeta y reconoce al otro en su verdadera entidad y no se lo trata como un otro merecedor de ser menospreciado, desvalorizado, “ninguneado”. No echamos mano -¡ni lo deseamos! –a cuerpos policiales especiales que nos ayuden a destruir una biblioteca, romper ventiluces, hacernos trepar con una soga. Por otro lado (y pemítame la siguiente reflexión), tampoco sería sencillo para un docente, teniendo en cuenta los salarios, reponer cada vez un par de zapatos, ante el eventual hecho de que perdiera alguno en circunstanciales huidas.
Le deseo que Ud. pueda solucionar de la mejor manera la situación que se vive en Comodoro Rivadavia,  con voluntad de escuchar - en el verdadero sentido del término - los justos reclamos que hacen los docentes y respetando como ciudadano democrático la enorme lucha que están llevando a cabo, pese a que ya han sido víctimas de algunos desafortunados “correctivos” (para usar una palabra hoy en boga) desde la descalificación más brutal hasta el descuento de salarios, aplicados con cierta prepotencia y aires de superioridad (para nombrar actitudes también muy a la moda en estos tiempos). Está en sus manos elegir si, en la historia de la educación de nuestra provincia, Ud. desea ser recordado por tender generosos puentesde diálogo o por haber sido el Ministro que eligió escapar por el techo de un colegio.
•    DNI 11679416